“Ojalá que no pueda
tocarte ni en canciones.”
-La maravillosa orquesta del alcohol
ya no me miran.
Me traspasa el frío
como un fantasma,
como el escalofrío
que provoca el miedo
al cambio,
al olvido,
a no verte reflejada en esos ojos.
Y otra vez,
el eco.
Recuerdo aquellos ojos
que no eran míos
pero eran míos
porque yo
los cuidaba,
los abrazaba
cada vez que me miraban,
y yo sonreía
y sí:
estaba en casa.
Pero ahora la casa esta vacía,
todos los cuadros están rotos
y solo queda una niña
que espera a que alguien la recoja.
Y otra vez,
el eco.
Y ya no
son mis ojos.