domingo, 28 de diciembre de 2014

Incompleta.

Incompleta.
Como una sonrisa rota,
un ángel caído,
un fuego apagado
o un amor inventado.

Incompleta,
vaciando las noches
de pensamientos alegres,
buscando el sentido
de no se sabe qué,
borrando huellas
del pasado.

Incompleta
es una mañana
sin sentirse viva,
una tarde
sin sentirse,
una noche
sin (mí).

Incompleta
es la sensación de haber fracasado,
de haber creído lo que nunca fue,
una traición pillada a tiempo.
Buscar en la risa un consuelo imposible,
intentar dotar al odio
de indiferencia.

Incompleto
es el final de lo inexistente.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Visto y no visto.

Las sábanas duermen tranquilas
donde antes yacía su cuerpo,
ahora solo hay polvo
-quemado-
que con un soplido
baila por la habitación
y se queda pegado
en los espejos
dando a la realidad
un color grisáceo
con olor a sal.

Los cuadros,
derretidos,
por el inmenso frío
de mi ausencia
buscan sobrevivir
junto a las flores
deshojadas,
heladas.

"¡Basta!¡Rieguen las plantas!".
Como si un simple grito
arreglase el caos
de esta habitación
sacada del mejor relato
de los Hermanos Grimm.

Duele el silencio,
duele haber estado
y ya no estar.

martes, 23 de diciembre de 2014

XXIV.

Vas con prisa a verme dormir,
y eso me encanta,
porque te asusta que me despierte
y ya no esté.
Me levantas despacio
cuidando donde pones las ganas
labrando un día mejor
-sin esfuerzo-
sonriendo,
y parando el tiempo
en la almohada.

Hoy,
no me apetece besarte,
no me apetece buscarte 
entre las sábanas,
no me apetece huir de mí
hacia ti,
no me apetece encontrar en ti 
mi sitio,
y espero que no te lo creas.

M
e

a
p
e
t
e
c
e
s

Como escribir torcido,
como escribir fuerte,
como escribir subrayado.

Me apeteces
en pequeño,
en grande,
y en todo cuanto veo
que no te veo.

Eres eso,
aquello que cuidas
porque prometiste
cuidarte.

El árbol.

La sombra del árbol que me cobija
es una manta para diciembre,
el apoyo que ofrecen sus ramas
son veintinueves de febrero,
el color verde oscuro de sus hojas
el llanto de un payaso cuerdo.

Cuando llueve,
el árbol se moja,
y crece,
las hojas se colorean
vivas
y el tronco se escuece
de la pérdida de oscuridad.

Cuando escampa,
el árbol se seca,
y gime,
-de dolor alegre-,
las hojas se caen
y tropiezan con el año
-nuevo-
que las vio morir.

El sol brilla fuertemente,
la sombra se ha hecho eterna
y el verde ya no es verde,
es verdín.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Perteneces.

Dices
que el pecado
solo puede ser
compartido.
Que una eternidad
es un segundo
de mala suerte
mientras la buena
buscar ser pecado.

Dices que el hogar
es verme volver
tras cada pelea.
Que el placer
es de conocerme
y nunca desconocerme.

Dices viento
y yo digo
calma,
dices ahora
y yo digo luego,
dices ven
y yo,
voy.

Dices 
que soy la única
capaz de curarte
y no sabes que a mí me gusta
ser herida
y cicatrizar por mi cuenta,
en tu cuerpo,
y así hacer
lo que una aguja
hace a un jersey roto;
clavar,
para luego
arreglarlo.

Dices que quieres ser
por siempre mía,
pero no sabes
que uno no puede ser
de quien ya pertenece.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Color carmín.

Vamos a jugar
a un juego.

Tú finges que nunca
vas a irte
y yo
que me lo creo.
Te vistes de blanco
con la pureza
de un niño,
pero los niños juegan
y se manchan.

Yo me espero
detrás de la puerta
sin saber si
empujar o tirar.
Mejor que pruebe
otro.

Tú te pintas 
los labios
color carmín,
color mentira,
y me besas
pero el pintalabios
ya se ha corrido.

Yo me siento en la cama
y me miro la espalda,
y me veo las cicatrices,
y me siento el veneno,
y me ahogo
en un vaso de vino.

Aún
no he encontrado la forma
de despertarme
en ayer.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Su refugio.

Encerrado en la habitación
contempla la fuga del tiempo,
como el ciego que oye llover
con los ojos cerrados,
y piensa que nunca antes
había sentido la presión
de la vida sobre la espalda
porque nunca su mochila
fue tan pesada.
Se deshace como puede
de los daños que lo lastran
pero las piedras son pesadas
y no puede verse
lo que no se contempla.

Mañana será tarde
porque hoy ya lo es.
Mostrarle al mundo su valía
sería enfrentarse al demonio
del fracaso.
Luci(r)fer,
sombra del bien,
carece del arma de la
(in)diferencia.
-Enfréntate a tu destino.-le decía,
mientras huía hacia la seguridad,
-quizás un helado de fresa-.

Así creció,
con miedo,
sin mí,
con vértigo,
sin ver,
con-migo
sin él.

Su refugio está en este banco
donde jugamos a ser mayores,
como unos enanos.



martes, 18 de noviembre de 2014

Libre.

Libre.
Así te veo
mientras dibujo en tu espalda
una sonrisa verde
esperanza,
como la que brinda 
el saber
que nunca jamás mañana
será ayer.

Libre
te mueves por la cama
a la espera de un beso
que te encierre
en una jaula transparente
y rota,
de la que es más difícil
entrar que salir.

Libre,
como los infinitos puntos
de una recta,
como el te quiero
cuando te miro,
o como el ave migratoria
que se pierde en primavera.

Libre,
con una libertad
que libera
al propio preso,

Te espero,
en mi cárcel,
libre.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Adioses.

+¡Qué larga puede ser una tarde!
-me dijiste
mientras me dejabas-.

*...
-¡Qué corto ha sido!
pensé yo,
esperanzada en que
me dejases a medias.
Devuélveme mi ropa,
y mi mp3,
y mi tarjeta del autobús,
y mis cinco céntimos,
y mi tiempo,
y mis ganas
de volver a confiar en alguien-.

+Yo no tengo la culpa.
-qué fácil excusarse,
como si el dolor
pudiese subsanarse
con un "yo no he sido",
el mismo que decías
cuando rompías el jarrón
favorito de tu madre.
Ya no.
No vale.
Esto es demasiado caro,
no vale dinero-.

*...

+No eres tú, soy yo.
-por favor,
no uses tópicos,
no éramos
pero porque nunca fuimos.
Siempre eras tú
y tú
y otra vez tú
(y la otra,
claro)-.

*Entonces, ¿nunca me has querido?
-no respondas,
prefiero mantener algo de dignidad,
bueno sí,
responde,
quiero saber cuanto debo
odiarte ahora-.

+Claro, pero ya no es lo mismo.
-qué mal mientes,
siempre te llevas
la mano a la nuca
esperando que alguien
te dé las respuestas
que necesitas
para salir del apuro-.

*Nunca hemos sido. No me mereces.
-eso me ha dolido
más a mí que a ti.
Perdóname tiempo
por esta mala jugada.
Con lo bien que quedabas siempre
y lo mal que hemos quedado-.

+No quiero discutir más. Te quiero. Adiós.
-me...
quie...
re...
maldita sea,
casi te creo,
si no fuese por
esa cara de zorra
que pones siempre que
algo te da igual.
No puedo dejar que te vayas
sin robarte un beso
que sepa amargo
como el adiós
que nunca seré capaz
de decirte-.

*(Adiós).

viernes, 7 de noviembre de 2014

Eres.

Eres.
Eres domingo.
Eres esas salidas del colegio
en la que jugaba a los tazos.
También en las que
intercambiaba cromos.

Eres ese beso de buenas noches

que mi madre me daba
al final de cada día.
Eres ese verbo subjuntivo.
Ojalá seas. Ojalá tú.
Seamos.

Eres el final de los Serrano,

el sueño tras la pesadilla,
la chimenea en navidad.
Eres la noche de reyes,
el último diente de leche,
el primer "ya no eres un niño".

Eres la ropa que mi madre ponía

en el radiador para que se calentase
en pleno invierno,
la primera vez que usé betadine,
la última canción que me viene a la cabeza
justo antes de dormir.

Eres el "estate quieto o nos vamos",

también el "como te has portado bien
dejo que te tomes el helado".
Eres escalofrío.
Manta.
Café.
Abrigo.
Sonrisa.
Final.

Eres la mano del amigo

que me levantaba
cuando me caía del columpio.
El golpe de suerte
en el examen que jamás
estudié.
Los gusanos de seda
que me obligaron a cuidar,
las lentejas
en los envases de yogurt,
los pinos que fuímos
a plantar
-ya serán más altos
que el propio cielo-,
las horas de educación física,
las excursiones al zoo,
las tostadas de aceite y azúcar
el día de Andalucía.
Eres el himno de la Alegría.

Eres tanto.
Ese que montaban
Isabel y Fernando.
Eres pasado,
y quien se fue a Sevilla
perdió su silla.
Menos mal que quien se fue a Jerez
la recuperó
otra vez.

Eres tú,
eres yo,
eres sin mí,
pero
eres conmigo.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Náufrago.

Qué fácil escribir
cuando las palabras sobran,
cuando mirarte se hace
constante
en este mundo lleno de paisajes
no más bellos que el océano
de tus ojos,
en el que soy náufrago.

Haré una balsa
con los pequeños detalles
que me haces,
y la sostendré con el mástil
de la confianza.

Así,
surcaré los siete mares
que tienen tus manos
y volveré a casa
-tu boca-
a dormir,
hasta que mañana
me despierte y 
vuelva
a
mirarte.

La trampa.

Se hace de noche,
las luces de la ciudad
se encienden
como se enciende el alma
de los poetas.

Suenan sirenas,
parecen urgencias,
-como si pudiese haber
algo más urgente que verte-
y la noche se posee 
de la prisa del tiempo.

(Parece ser
que lo urgente no deja
tiempo a lo importante,
menos mal que tú
eres tiempo)

Los coches circulan más rápido
de lo que pueden pensar
hacia donde,
yo,
desde la ventana de la habitación
los observo,
pensando en 
si se detendrán alguna vez
a contemplar el mundo.

Mis oídos ven la trampa
que la vida nos ha obligado 
a aprender.

Pero los poetas mantendremos
la esperanza
siempre que, en la acera de enfrente,
ellas se sigan besando.

domingo, 26 de octubre de 2014

Vecino de dormitorio.

"Sana sanita
culito de rana
si no se cura hoy
se curará mañana".
Así hemos remediado siempre
lo que hoy parece ser más doloroso.

Compartes baño,
leche,
daño,
y, de repente,
ya no somos dos mitades,
las horas jugando en el parque
se convierten en minutos vacíos,
conocidos desconociéndose, 
lenguas mudas,
relojes en paro.


que has sido mi fiel compañero,
guardián de pesadillas,
invitado de honor a mis cumpleaños,
digno adversario de cariño,
herido leve en juegos,
esos que acababan con llantos 
y una excusa que nos salvaba
del castigo.


confidente en noches de verano,
guerrero en el patio del colegio,
competidor nato para conseguir
los mejores regalos de reyes
aunque yo ya sabía que el mejor regalo
no era qué
sino quién
los abría a mi lado.

No te vayas.

¿Quién eres? 
¿Recuerdas ahora
quién fuiste?

No te dejes engañar por ti,
vecino de dormitorio,
eres más de lo que nadie
será jamás.

lunes, 13 de octubre de 2014

Echarte de menos.

Echarte de menos
como quien espera
el último trozo del pastel,
como quien huye de sí mismo
para encontrarse.

Echarte de menos
echar(te) agua 
a las flores,
regar la nostalgia
para que crezcan
mis ganas de verte
y tenerte delante
sabiendo que jamás
volverás a irte.

Echarte, de menos,
de allí,
de la infelicidad,
de la soledad,
del sofá
a mi cama,
para pasar la noche
y quedarnos
hasta apagar 
la alarma.

Echarte de menos,
siempre
(que no estás).

viernes, 26 de septiembre de 2014

12x2.

Una.
Absenta para olvidar.
Dos.
Recuerdos de aquellos años
que entrecruzaron vidas.
Tres.
La noche resiste 
a nuestro encuentro.
Cuatro.
Sábanas se hacen hogar
con ocupas dentro.
Cinco.
Confidencias.
Seis.
El sueño se apodera del frío
que recorre la habitación.
Siete. 
Sueño que la estoy besando,
la beso.
Ocho.
La madrugada se hace café
mientras me mira.
Nueve.
Desvivimos con ojeras el día.
Diez.
El balcón incitaba a querer(nos)
sobrevolar la ciudad.
Once.
Llueve,
será mejor quedarse en casa.
Doce.
Acércame la manta
o abrázame.

Repitamos el ciclo,
doce por dos,
dos amaneceres,
dos personas,
veinticuatro (horas).

sábado, 20 de septiembre de 2014

Por ser musa.

Por ser musa 
yo te invento,
te moldeo a mi forma
y te tiento,
te tomo como libre
y te siento.

Por ser musa
canciones son frases tuyas,
obras son tus diálogos
y amor
amor es ser musa,
sin quererlo.

Por ser musa
yo te escribo,
te pinto,
como nubes en el cielo
que adoptan su forma.
Y te las inventas,
esperando el milagro 
de que alguien
las entienda.

Mi musa
la que colorea de luces el día
la que llora si los pájaros no vuelan.

Mi musa.

Mía. Y del viento.

domingo, 7 de septiembre de 2014

El fracaso.

Para volar
solo hace falta
no tener miedo.
Para sentir
solo hace falta
volar.
Para vivir
solo hace falta
sentir,
no pensar,
no entender,
no esperar.

La decepción viene así,
en pequeñas dosis,
ya sea con uno,
con otro,
o con ambos.
Esperar de más
donde hay menos,
algo así es el
fracaso
y es necesario
no tener miedo
para sacar las alas
y volar
para vivir
en las profundidades
del sentimiento.

Entenderlo
siempre
fue
hacerlo

libre.


domingo, 31 de agosto de 2014

¿Fuimos?

Se fue,
como se fuga la magia en un incrédulo, 
como se marcha el frío un día de mayo,
como se va la risa en septiembre.
Se fue
y no dijo adiós,
le bastó cerrar la puerta
a mis espaldas
y ponerle el candado.
Tiró la llave
y aún sigo buscándola,
sin suerte,
el mar se la habrá tragado.

Nos quisimos,
o eso decía.
Era demasiado bonito 
escucharlo de sus labios,
aunque mejor era
leerlo en sus ojos.
Pero el tiempo arrasó con todo el cariño
y nos dejó el alma demacrada,
experimentada en ayeres,
en frío y
en olvido.

Así lo dejó todo,
vacío,
lleno de cosas sin sentido
que hoy por hoy
son polvo
que vuela
hacia un silencio ensordecedor.

Fuimos,
pero no lo suficiente.

lunes, 25 de agosto de 2014

Humano ser.

Querida mamá:
¿Qué es la naturaleza sino algo inexorable, inapelable, intrínseco, irreal? Pobre hombre tener que partir de ella, pobre de él surgiendo de ella, madre, que mal te tratan tus hijos. Desagradecidos aquellos que piensan de tal manera y lo demuestran. Recelo por todo lo que envidian. Envidia que mata, por desgracia, al envidiado.
¡Ay mamá, tú que todo nos lo diste! Espero perdones a aquellos ilusos que no sabían que tu pérdida significaría perderse. Tú da, que ya ellos dañan, tú regala, que ya ellos te rebajan, tú vive, que ya ellos te matan. Luz de vientre materno, eclipse de vidas, amanecer, ¿qué te han hecho? ¿Qué te has hecho?
¡Ay madre, tú que concebiste tu propia condena, tú que perdiste todo lo que ansiabas, lo que amabas! Cómo fuiste capaz madre, de dejarte llevar por el amor, el amor al diablo.
                                                                                                  Tú me salvaste, casi yo.
Me presento, yo solo soy un pobre, un casi hombre que se encuentra en sus últimas, las de ella. Nunca me consideré un hombre en su perfección, ese término era demasiado imperfecto. Siempre fui el condenado, o el condenador.
Un día sentí una punzada en el pecho, era ella hablándome. Me tomé por loco, pero qué esperar de mí.
-¿Quién eres? –me atreví a decir.
-Soy todo cuanto te rodea, soy tus buenos días, tu tostada al desayunar, la risa en el recreo con tus amigos, el beso de antes de dormir.
Recuerdo que a partir de ese momento, empecé a llamarle mamá.

De nuevo, mamá:
Perdona por ser tan incipiente, pero cómo pudiste. Sentenciarte, así, sin más. ¡Pobre de ti, tú que diste la confianza a quien no se la ganó, tú que moviste cielo y tierra para que pudieran crecer, tú que los acunaste! Menuda traición.
Yo madre, tu único aliado, quien entendió tu sufrimiento, hoy te invito a la venganza, nuestra venganza. Volemos sus casas, hundamos sus sueños, evaporemos su desgana al cuidado. Invitemos a morir a quien te hizo sufrir.
¿Qué dices madre? No consigo escucharte. ¿Qué los perdone? Ya, sé que no saben lo que hacen. Pero es tarde, nunca podré llegar a tu templanza. Ven conmigo, ya luego me entiendes.
                                                                                                      De nuevo, casi yo.
Nos fuimos haciendo de sangre, ya no éramos madre e hijo, éramos uña y carne. Recuerdo el día en que le pedí consejo, se trataba de otro hombre, un hombre que parecía humilde, sin embargo, su fondo era invisible a los demás y yo, como cualquier ser insignificante, por ahora, no lo vi. Ella me ayudó, me retrató, como en una película, la vida de aquel hombre, sus lujurias, sus mentiras, sus destrozos. Creo que fue el momento en el que perdí la fe en la humanidad. Ya no podía confiar tan siquiera en los ángeles. Su destino, lo entenderéis más tarde.
Querida mamá:
Estoy cansado, esperando lo que más va a dolerme, y eso que ya estoy muerto. Verte entre las sombras, desvaneciéndote poco a poco, perdiendo tus pulmones, tus cimientos, tus más bellas curvas, dama de noche, ¿por qué acabar?
Sé que no eres tú, que soy yo, que no soy yo, que son ellos, pero son cosa mía. Yo que pude salvarte, dar todo de mí porque te quedaras, por que otros llegaran. Yo que fui culpable de tu muerte, de la mía, de la nuestra. Yo que anduve con pies de plomo por tus caderas, sin tambalearme. Yo que sentí tu llamada y te llamé mamá.
Perdóname, por haberte subordinado a quien quería acabar contigo, por no haberte dado la oportunidad de resurgir de tus cenizas, de las suyas más bien. Perdóname, nunca quise este triste final, pero estoy contigo, allí donde estemos, allí donde nos hayan llevado.
                                                                                                    Tu tormento, casi yo.
Iba sobrevolando Tailandia, con mis ya conocidos pies de plomo, cuando vi algo horrendo. Un hombre que estaba hablando con otro, comenzó a ponerse violento, pero no le hizo nada a su compañero, pese a que su enfado era con él, sino que se dirigió hacia uno de sus perros y lo estranguló. Me quedé totalmente anonadado, no se merecía ese pobre perro su final, de modo que pensé en cambiar algo, el mundo estaba manejado por la mayor bestia a la que se debía temer y eso era una condena.
Querida mamá:
Qué bella has sido siempre. Tu dulzura ha sido la que ha mantenido viva la esperanza de quien se había perdido, tu entrega la que dio la fuerza a quien pensó que todo acabó, tu belleza simplemente debió de haber tenido el suficiente poder para cambiar el mundo, pero no, eran demasiado idiotas.
Madre, hoy quiero rememorar lo que has sido. Todo hombre, por muy malo que fuese en la vida, tenía la dedicatoria de sus seres queridos: “Era un gran hombre” y asesinó a su canario. Ojalá la justicia existiese y todos juntos elevando sus manos pudiesen darte la energía que a ti te falta, tú te la mereces mucho más.
Has acunado la rabia de cada uno de los presentes, has soportado sus estallidos de mal humor, has sido el camino que no te llevaba a ninguna parte pero era seguro. Siempre estarás en mi corazón, en mi razón, o en qué se yo que todavía me quede.
                                                                                       Sangre de tu sangre, casi yo.
Cambié muchas cosas, castigué a todo aquel que hiciese el daño equivocado, al que temblase cada vez que oyera mi nombre e incluso al que permitió que el desconocido le pisase las flores. Me equivoqué, ahora lo sé, pero qué sabía yo. Mamá empezó a caer enferma, los días se volvieron grises y tras ellos nunca aparecía el arcoíris, estaría de viaje. Los árboles dejaron de crecer y el mundo dejó de respirar. Los volcanes se enfadaron muchísimo, hasta reventar, e incluso el sol, que siempre había sido protector, tuvo una batalla con la luna para ver quien helaba más. Pobre mamá, tan defensora de los suyos que moría por ellos, nunca mejor dicho. Viendo agotadas sus fuerzas, soltó un gran resoplido al mundo, que quedó recogido en un susurro del viento: siempre será presente y eso es lo único que nos queda.
Madre:
Esta es la última carta que te escribo. Has sido fuerte, has aguantando el paso de los años y de los daños, las fisiones nucleares, tus propios errores, los errores de tus errores. Sobre todo eso último.
Es la hora. La hora de llevarte de vuelta, de llevarnos de vuelta. Sigue el sendero por el que te guío. Perdóname por la traición, hay que saber arrimarse a los buenos árboles, no condenarse, te has equivocado conmigo, quizás yo también me haya equivocado conmigo. Casi me tuviste, casi me lograste, casi fui yo, pero no, mi trabajo es mi trabajo, mi no vida es mi no vida. De buena, ilógica.
¡Ay madre! No puedes fiarte de nadie. Yo seguiré mi camino, unas largas vacaciones, ya no habrá cabida para mí, pero y qué si es lo que siempre he deseado. Gracias por la confianza vana, te devuelvo mi puñalada, consérvala bien. Perderte significará perderme, aunque todo estaba determinado, desde el punto de partida en que el mundo es mundo y yo soy por fin yo.

                                                                                                 Atentamente, la muerte. 

martes, 19 de agosto de 2014

Big Bang.

Las ventanas estaban abiertas
un día de verano
esperando a que el tiempo
hiciese mella en
sus quejidos,
anhelando,
de alguna manera,
un estallido
que descolocase la rutina,
y la rotase,
y la cambiase,
y la olvidase,
deshaciéndose del minutero
del reloj.

¡Crash!,
sonó el trompazo de la monotonía
con el qué vendrá,
retirando cualquier posibilidad
de lluvia sin destellos.
Los detalles colisionaron 
con las tardes de juego
en la calle ayer
a las siempre en punto.
Trazados a cuadros
pasaron a ondas,
se sustituyó el agua
por café,
Apolo se fue
y Dionisos llegó para quedarse.

El inicio del caos,
nuestro Big Bang.


miércoles, 13 de agosto de 2014

Siempre sonreía.

Es un poco difícil
hablar de la felicidad
sin utilizar
los centímetros que unían
sus manos a las mías.
Sin hablar del tiempo
que se colaba
entre los huecos de sus dedos
cuando decía que
nunca otro momento fue mejor
que el estar allí
entre el cielo y el infierno
buscando refugio.

Se le enredó la boca 
con una jauría de 
palabras
que llevaban al séptimo escalón
de mi memoria,
haciendo una bola de pelo
de su vida y la mía.

Tanto fue
que el amigo de su sonrisa
testificó a favor de 
los besos 
que pudimos darnos,
y los abrazos
adoptaron la actitud
de unos puntos suspensivos.

Siempre sonreía,
me sonreía,
y yo
la miraba.

jueves, 7 de agosto de 2014

Perfectamente imperfecta.

Así como quien brilla
con luz propia
un día de invierno
mientras, fuera,
graniza.
Así como quien sueña
con ser persona
en un país de
animales salvajes
que corren sin mirar
de donde vienen,
a donde van.
Así como quien ríe
con la sabiduría del hombre
que no sabe si mañana
llorará o estallará
en carcajadas.
Así como quien disfruta
del momento que aún no ha pasado
por si nunca ocurre.
Así se movía,
con las luces y el sonido
que persiguen a una actriz
perfectamente imperfecta.

sábado, 2 de agosto de 2014

Al borde del mañana.

Cuando una persona está a punto de saltar
a un precipicio
sin saber
si caerá de pie,
de espaldas, 
de frente,
o simplemente
quedará enganchada a una rama.

Cuando una persona está a punto de cruzar 
una avenida,
sin saber 
si los coches 
frenarán,
acelerarán,
o chocarán entre sí.

Cuando una persona conoce 
a otra, 
sin saber
que será de ellos
mañana,
hoy,
o cualquier otro día
del resto de sus vidas.

Entonces, empieza el camino
al borde del mañana.

miércoles, 30 de julio de 2014

Vértigo.

Las emociones se han degradado
se han convertido en agua
para ser después
aire.
Se han esfumado los llantos,
las alegrías,
y los gritos
ahora no son más que niños castigados.
Los semáforos se encienden
al compás de un violín destrozado
y la gente pasa de largo
como un tren sin parada.

No sé como llamar ahora al vértigo,
si se fue con tu nombre.

Palabras.

Zulo. Dormitorio. Recoveco. Desván. Sótano. Vacío. Jaula. Invierno. Deber. Desesperanza. Agobio. Ultimátum. Tensión. Ascensor. Claustrofobia. Final. Punto. Obligación.

Huida. Libertad. Vértigo. Pájaro. Azotea. Campo. Playa. Puntos suspensivos. Verano. Querer. Esperanza. Abrir. Sonrisa. Aire. Tiempo. Volar. Imaginación.

Primavera.

miércoles, 16 de julio de 2014

Estaciones.

Queremos que todo cambie pero no hacemos nada. Queremos que nada cambie pero hacemos lo que no debemos. Debemos tiempo al tiempo, tiempo al infinito, tiempo al verde, tiempo al invierno. Debemos sangre a la herida, sangre al cuerpo, sangre a la vida. Debemos pero queremos, queremos sin deber. 

Paseo por la calle y veo rotondas, rotondas en vida. Todo cambia aunque se mantenga estático. Algo así como sucede con las estaciones, que se van repitiendo, pero ni el muñeco de nieve es igual de un invierno a otro, ni las vacaciones de verano lo son de un año a otro. Somos grandes avenidas, que recorren vertiginosamente la vida, para acabar en una glorieta, con vistas al mar.

Así vislumbré un pasado fugaz, intermitente, estaba en el mismo sitio pero en distinto lugar. Estacionada en el recuerdo me quedé, soñando que algún día pudiera el futuro sorprenderme con un hogar. 

Eterno retorno.

Anhelando(me).

Hola y adiós.

Hace tanto tiempo que no soy, que no somos. El pasado se ha dado media vuelta y ha vuelto a su juventud. Divino tesoro el ceñirse a otra realidad, que no es la mía, que no es la nuestra. Bendito tiempo que siempre transcurre y pone cada cosa en su lugar, que siempre olvida. Y el futuro se vuelve presente, y disfruta, y juega, y sueña, pero nunca se marcha. Dejar atrás lo que un día fue rutina: el quererte, el querernos. Hoy tiene sustitutivo: el olvidarte, el olvidarnos. Supongo que el amor es eso, un verso acariciado con los pies, un llanto en primavera, una despedida al saludar. 

Ahora que todo está en orden, que tú eres tú y yo soy punto y aparte, puedo decir que amar es algo así como una cinta de celo, que estiras y parece que nunca tiene fin. Sin embargo, se empequeñece y ya no adhiere igual. Así fuimos, dos cintas que dejaron de pegar.

No quiero que pienses en mí. Yo no pienso en ti.

Abramos un paréntesis, esto nunca sucedió.

(Adiós).