miércoles, 30 de julio de 2014

Vértigo.

Las emociones se han degradado
se han convertido en agua
para ser después
aire.
Se han esfumado los llantos,
las alegrías,
y los gritos
ahora no son más que niños castigados.
Los semáforos se encienden
al compás de un violín destrozado
y la gente pasa de largo
como un tren sin parada.

No sé como llamar ahora al vértigo,
si se fue con tu nombre.

Palabras.

Zulo. Dormitorio. Recoveco. Desván. Sótano. Vacío. Jaula. Invierno. Deber. Desesperanza. Agobio. Ultimátum. Tensión. Ascensor. Claustrofobia. Final. Punto. Obligación.

Huida. Libertad. Vértigo. Pájaro. Azotea. Campo. Playa. Puntos suspensivos. Verano. Querer. Esperanza. Abrir. Sonrisa. Aire. Tiempo. Volar. Imaginación.

Primavera.

miércoles, 16 de julio de 2014

Estaciones.

Queremos que todo cambie pero no hacemos nada. Queremos que nada cambie pero hacemos lo que no debemos. Debemos tiempo al tiempo, tiempo al infinito, tiempo al verde, tiempo al invierno. Debemos sangre a la herida, sangre al cuerpo, sangre a la vida. Debemos pero queremos, queremos sin deber. 

Paseo por la calle y veo rotondas, rotondas en vida. Todo cambia aunque se mantenga estático. Algo así como sucede con las estaciones, que se van repitiendo, pero ni el muñeco de nieve es igual de un invierno a otro, ni las vacaciones de verano lo son de un año a otro. Somos grandes avenidas, que recorren vertiginosamente la vida, para acabar en una glorieta, con vistas al mar.

Así vislumbré un pasado fugaz, intermitente, estaba en el mismo sitio pero en distinto lugar. Estacionada en el recuerdo me quedé, soñando que algún día pudiera el futuro sorprenderme con un hogar. 

Eterno retorno.

Anhelando(me).

Hola y adiós.

Hace tanto tiempo que no soy, que no somos. El pasado se ha dado media vuelta y ha vuelto a su juventud. Divino tesoro el ceñirse a otra realidad, que no es la mía, que no es la nuestra. Bendito tiempo que siempre transcurre y pone cada cosa en su lugar, que siempre olvida. Y el futuro se vuelve presente, y disfruta, y juega, y sueña, pero nunca se marcha. Dejar atrás lo que un día fue rutina: el quererte, el querernos. Hoy tiene sustitutivo: el olvidarte, el olvidarnos. Supongo que el amor es eso, un verso acariciado con los pies, un llanto en primavera, una despedida al saludar. 

Ahora que todo está en orden, que tú eres tú y yo soy punto y aparte, puedo decir que amar es algo así como una cinta de celo, que estiras y parece que nunca tiene fin. Sin embargo, se empequeñece y ya no adhiere igual. Así fuimos, dos cintas que dejaron de pegar.

No quiero que pienses en mí. Yo no pienso en ti.

Abramos un paréntesis, esto nunca sucedió.

(Adiós).