martes, 29 de diciembre de 2015

Nadie está en mi mente.

A veces,
cuando pienso que no puedo caer más bajo,
te recuerdo.

Te recuerdo desangrándote el corazón,
llenándote de gasolina el pecho,
inundándote de alcohol los pulmones,
a la espera de alguna chispa
que te hiciese estallar.

Te recuerdo atándome a la cama
cuando estabas sonámbula.
Me recuerdo cortándome los nudos con un cuchillo
incapaz de diferenciar entre cuerda y muñeca.

Te recuerdo abril
porque es un mes perfecto
para que me lluevas.

Te recuerdo abrazo
por ser responsable del agujero de la capa de ozono.

Te recuerdo poesía
porque a veces la leías
y no era capaz de escuchar lo que decías.

Te recuerdo ola
porque, aunque siempre estabas rota,
volvías.

Te recuerdo calambre,
náusea,
fiebre,
vértigo,
dolor,
delirio.

A veces,
cuando pienso que no puedo caer más bajo,
te olvido.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Ángel.

Tengo una bala apoyada en el pecho,
muchos telediarios a la espalda
y unas cadenas terriblemente grandes en las piernas.

El día que quiera volar,
voy a tener que arrastrarme por el suelo
y, de paso, barrer toda esta mierda.

Espero haber aprendido
que uno entre dos será siempre la mitad
-ya sean números, problemas o personas-,
que nadie debe ser un objetivo,
y si se ha sentido así,
has perdido el tiempo,
que la mentira siempre sale a la luz
y cada vez tengo más bombillas,
y que hay arte incluso en el desastre.

El día que aprenda a volar
dejará de tener sentido este poema,
y se acabarán las guerras,
y la paloma de la paz,
será negra.

Espero haber desaprendido
que pueden brindarse segundas, terceras y cuartas oportunidades,
que todo esfuerzo tiene igual recompensa,
que si no eres el mejor, no eres nadie,
y que siempre merece la pena luchar por alguien
-incluso cuando no le importas-.

El día que vuele,
voy a levantar los pies por encima de mi cabeza
y voy a pisármela.
A ver si así aprendo ya
que sólo yo puedo hacerlo.

Estoy volando.

Empiezo a dejar abajo este año de mierda.

Adiós, hijo de puta.

Con amor,
un ángel.

sábado, 5 de diciembre de 2015

No se busca.

"Y al nacer el día y vestirme puede que sea mi vida la que no abroche." -ZPU.

No encuentro la salida del laberinto.

He usado palabras encadenadas por rutina,
he golpeado mi desastre haciéndolo puzzle
y ahora no sé si soy más pieza o calendario.

No encuentro las llaves.

Será que mi mente avanza demente,
deambulando por los lugares de las avispas,
con los ojos tan hinchados que lo oye todo.

No encuentro mi recuerdo.

Estoy segura de nada
y el que no sabe nada se ahoga,
ya sea pasado,
rincón
u olvido.

No me encuentro.

Y tampoco me estoy buscando.

Así llegan las mejores cosas.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Revolución.

Mi revolución entra por la ventana
rompiendo todos los jarrones,
desatando los cordones
y haciendo arder las hogueras.

Mi revolución no juega con fuego
porque sabe que sería invencible.

Tiene nombre de rosa
y escala por las espinas hacia los pétalos
-cueste lo que cueste-.
Prefiere las escaleras al ascensor,
siempre que la bajada sea por una rampa
-ojalá sea la de un tobogán-.

Mi revolución sabe contar hasta sesenta bajo el agua
sin subir a la superficie en ningún momento para respirar.

Sabe de noches y de estrellas,
de derroche y agradecimiento.
Sabe batir las alas e irse lejos
y tachar los lugares donde no debe volver.

Mi revolución es una llama a todo gas
en una gasolinera del centro de Madrid.

Es una autopista en pleno puente de la Constitución,
una herida recién hecha tapada con una gasa,
que sangra,
y sangra,
y sigue sangrando,
y es tan hija de puta que cuando ya no tienes más gasas,
cicatriza.

Mi revolución tiene la valentía de un bandolero
y la astucia de un zorro.

Quiere quemar las iglesias consigo dentro
y ser demonio,
al que le duela la bondad.
Quiere ser una amenaza,
de las que te piden perdón
porque nunca te pedirán permiso.

Mi revolución sabe a horas delante de un cuaderno vacío
y un rotulador de color blanco.

Sabe a esquemas flexibles
y gomas rígidas.
A descuidados paliativos
y condones con alcohol.

Mi revolución ha pasado días en la cárcel
y ha vuelto hecha una canalla.

Ha dibujado flores en las lápidas
y ha salvado mariquitas de devastadores tsunamis.
Después ha colocado las mariquitas en las flores que ha pintado,
y les ha dado patadas hasta que la lápida ha llorado sangre.

Mi revolución es una pataleta de rabia y de ira
-el niño ha matado a sus padres
y ya nadie tiene derecho a darle órdenes-.

Es una foto que sólo se revela
cuando ya no queda nadie,
pero le encanta andar desnuda
cuando ella se está mirando.

Mi revolución no sabe que es una bomba
y tiene un detonador.

3...

No sabe qué debería poner en su testamento
porque nunca se ha imaginado muerta.

2...

No sabe como ser otra que no sea ella
si ser ella es ser otra pero al contrario.

1...

Mi revolución es mía.

¡PUM!




miércoles, 25 de noviembre de 2015

Vengo a por mí.

*Toc, toc*

-¿Quién es?

+Nadie.

-¿Qué haces aquí?

+Nada.

-Venga déjate de historias, vuelve a casa.

+¿Dónde está mi casa?

-No quiero que llames más a mi puerta.

+¿Qué es una puerta?

-¿Eres tonta o qué te pasa?

+Quiero encontrarme, ¿me ayudas?

-No quiero saber nada más de ti.

+Tú sabes más de mí que yo.

-Que te vayas.

+No.

-Por favor, vete.

+Me echas de menos.

-No.

+Yo tampoco me echaría de menos.

-Lo hago. Vete.

+Aún me quieres.

-Nunca lo hice.

+Vale, me voy.

-No te vayas.

+Paso de ti.

-No te vayas.

+¿Me quieres?

-No.

+Me voy.

-Vete.

+¿Puedo darte un beso?

-No, vete, me estás ensuciando el felpudo.

+Pues me sentaré en él hasta que me lo des.

-Venga, levántate de ahí, no seas idiota.

+Pues dámelo.

-No te soporto.

+Mi madre tampoco.

-Vale, entra en casa.

+No.

-Entonces, ¿para qué has venido?

+Para que me recuerdes quién soy.

-¿Quién eres?

+Soy mía.

sábado, 21 de noviembre de 2015

En busca de la cordura.

No somos menos hombres
por no matar a otros.
Ni menos valientes
por tener miedo a que nos peguen un tiro.

No somos mentira
como para fingir que la realidad de lo que ocurre
no nos duele.

No somos bombas,
ni somos armas,
ni somos balas,
ni somos gatillo,
ni somos cable rojo,
ni somos cable verde,
ni mucho menos,
somos blancos.

No somos religión
pero nunca debemos perder la fe.
Que la lucha siempre sea de uno consigo mismo
y no con el resto.

No somos extremo,
como para no entender
que existen multitud de opiniones entre los polos.

No somos nadie,
como para decidir quien es culpable
y quien no.
Tampoco somos suelo
(no vamos a soportar las pisadas
sin provocar un terremoto).

Somos revolución,
somos fuerza
y somos flores.

Somos sol,
somos amor
y somos unión.

Somos libres,
y nunca conseguirán limitar nuestro espacio.

Somos todo lo que ellos
nunca serán.

martes, 10 de noviembre de 2015

Todo lo que nunca seré capaz de decirte.

Ha entrado un rayo de sol por la ventana
y parece que se ha evaporado el invierno.

Me gustaría decirte que no,
tantas veces que perdiera su significado,
explotase
y se hiciese nunca.

Me gustaría poder hablarte a ti de otras,
y no al contrario.
Ser capaz de huir
aunque me pidas que no me vaya
-pero prefiero andar descalza
sobre lava-.

Me gustaría llamar a tu puerta
y decirte que me he ido.
Que me agarres la camisa,
y me empujes hacia dentro.
Nunca volver a dormir sola.

Me gustaría decirte que entre el pacto y el acto
solo hay una cerveza de distancia.
Que la fiesta de hoy
es la resaca de mañana
y que hay abrazos que resucitan
muertos.

Me gustaría quedarme,
si tú también te quedas.

Me gustaría romper los muebles de mi casa
a golpe de cadera,
recorrer tu cuerpo como si rompiese
un plástico de burbujas
y cada estallido fuese un beso
que haga latir tu ombligo.

Me gustaría llorar mi pérdida
cuando te encuentre.

Ojalá algún día te escriba una carta
de despedida
y te cuente todo lo que has sido
aunque nunca seas suficiente.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Envoltorios de acero.

Qué manía tiene la vida con ponerte el caramelo en la boca
sin quitarle el plástico.
Como si el caramelo pudiese desvestirse solo
o tú supieses hacerlo arder desde dentro.

Optas por tragarlo sin masticar
y te atragantas
y te pones morada
y la vida te grita que lo escupas
y, aún así, prefieres morir
asfixiada.

Tengo una baja autoestima
porque consigo todo lo que no quiero
-nadie te había pedido ningún caramelo,
vida-.

Estoy enfadada con el mundo
por no aceptar la soledad.
Por hacer las ofertas para dos,
los bancos para dos,
los bares para dos,
el cine para dos,
los parques para dos
y las ausencias para uno.

No veo a nadie preguntando a las margaritas
si se quiere o no.
Pero sí a los espejos
-será que ahí vuelven a ser dos-.

Quiero ir caminando por la calle dada de mi mano
y que nadie me mire mal.
Comprar un menú individual de palomitas y una entrada
sin que la taquillera se estremezca.
Pedir una hamburguesa en un McDonald's
y comérmelo en la mesa que más sillas tenga.

A partir de ahora,
solo permitiré que me hablen los protagonistas de mis libros.
Así podré imaginarme sola,
siendo uno de ellos,
librando mil batallas
contra mis fantasmas
-que vuelven a ser dos-.

Lo siento caramelo,
pero MIS manos van a sacarte de MI boca.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Evidentemente cierto.

Ella sabía que el dulce no tenía por qué ser un sabor.
Que el blanco era negro y el gris, una tonalidad del marrón.

Ella sabía fingir perfectamente los orgasmos.

Ella sabía que una mirada a tiempo podía significar "quédate".
Por eso siempre caminaba mirando el suelo.

Ella tenía miedo.

Ella no sabía reconocer la paja en el pajar.
Solo sabía de agujas,
de lo que duelen
y te hacen sangrar.

Ella sabía que la duda la hacía más sabia
y, a la vez, más indefensa.

Ella (se) correría por toda la habitación en busca de ruido:
el que hacían mis nudillos al apoyarme en la pared.

Ella no sabe de bailes,
ni de aventura,
ni de despedidas,
pero la he visto bailar sumida en la aventura de abandonarme.

Ella lo sabe. Sabe absolutamente todo.
Y lo niega.

Ella es viento,
y si la olvidas,
te atraganta.

Ella es la sonrisa que se te queda al mirarla.
La que se preocupa de que no vuelva a sucederte
-ella no sucede,
ella te ocurre-.

Ella.

Ella no sabe que esto es un adiós firmado ante notario.
O puede que sí lo sepa.
Y lo niegue.

(Siempre lo niega.)

domingo, 18 de octubre de 2015

Puta.

No voy a pedirte que seas lluvia
porque no quiero que te corras en mi ventana.

(La ventana tiene demasiado vértigo para fingir que no le duele.)

Hoy quiero escribir con odio.
Besar al carmín,
temer al pánico,
abrazar al tanatopractor,
lamer al vicio.

Quiero meterte de todo,
incluso miedo.

La niña está pidiendo a gritos que la calles.

Quiero subir por tus caderas a ritmo de socorro,
romper tus comisuras
sin dulzura.

Me sangra rencor por la boca,
así que te diré guapa,
para no recordarte lo que quiero que seas.

(Puta.)

Ojalá me cierres los labios con mariposas
y dejes de ser tan capulla.

Ven volando a mi encuentro,
prometo no pedirte que te quedes.

(Aunque no te aseguro que no mienta.)

Quiero que me desees tanto
que me soples,
y luego me cumplas.

Todas las velas que tengo puestas por ti
son negras.

Tengo tanta herida en la sangre
que solo quiero follarte
sin amor,
sin cuidado,
y sin prisa.

La ventana se ha cerrado de golpe
y se han roto sus cristales.

(Ahora puedes seguir cortándome.)







domingo, 11 de octubre de 2015

Anochece en la playa.

Estoy a punto de pedirle ayuda al sol. Decirle que me abrase
-o que me abrace-
y que me haga cenizas de sabor cartón.

Voy a suplicarle a la luna
que me lleve con ella cuando se esconda
y descubrir un mundo nuevo
lleno de rabia y amor.

Quiero ser amiga de las estrellas
para caer sobre la arena
todas las veces que ellas mueran.
Probar el sabor de las nubes y la lluvia,
cuando la soledad amenace con quedarse.

Voy a pedirles a las olas perdón
por no acogerlas cada vez que llegan
y obligarlas a que se vayan otra vez.
Por esperar que algún día ellas me salven
y me arropen en alta mar,
cuando el peligro deje de estar en tierra.

Quiero que todos los días sean nublados,
así quizás entendáis algo sobre mi vida.

Caminaré sobre la arena mojada hasta hundirme
y no quiero ninguna cuerda que pueda salvarme o ahorcarme.

Si me muero, que me mates tú.

Se hace de noche y ya no tengo miedo.
Será que ahora todo importa un poco menos
desde que estás
pero nunca te quedas.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Otoño triste.

Tengo el árbol torcido.
Me pierdo entre mis ramas
y ya ni los pájaros hacen nido.

El viento me mece
como si intentara arreglar el invierno,
pero no sabe que la nieve
me asusta menos que el frío.

Me entristecen las horas
que paso viendo como tu mirada quema
y me vuelvo un cactus,
y echo de menos el agua.

Creo en la suerte de quien tiene cobijo:
un lugar donde esconderse del dolor.
Yo me crié con cuervos
y no veo nada.

Acabo de escuchar volar una hoja,
parece que ha chocado contra el suelo.

domingo, 4 de octubre de 2015

SrS

Dejé de escribir para empezar a soñar
y, últimamente, sueño más de lo que debo.

Sueño que tu pelo me enrreda,
como una red de promesas mojadas,
y se me eriza la piel.

Sueño que llego demasiado pronto
y demasiado tarde,
que te espero dentro de una casa en ruinas,
solo por si sonríes.

Sueño que me rozan tus manos la cara
y mis sentidos rejuvenecen cinco años.
Que aprendo a bailar sin zapatos,
sin miedo a que me pises los pies.

Sueño que cantamos en el coche
y te bebes mi cerveza.
Que me llevas al extremo
y te haces la dura.

Sueño que eres puzzle
y te hago cuadro.

Sueño que duermes tranquila en mi pecho
y mil luciérnagas entran por nuestras bocas.
Así iluminamos París.

Sueño que me miras
y me quedo ahí plantada,
confundiendo realidades de plomo,
guiada por tu corriente hacia Sidney,
rompiendo el guión de mi obra,
cortando los hilos que me separan del vacío.

Sueño que despierto
y te veo a mi lado.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Lecciones

Hoy me he dado cuenta de que decir adiós
no es lo mismo que irse.
De que luchar por alguien
no es lo mismo que luchar por algo,
pero comparten raíz.

Me he dado cuenta de que enfrentarse al pasado y enamorarse
te dirigen hacia el mismo muro.
De que por la ventana que se abre tras cerrar la puerta
no entra ni la mitad de aire
y necesito el doble para respirar.

Me he dado cuenta de que miedo es tan solo una palabra
con mucha fama y poca altura.
De que soñar y querer no son tan distintos:
ambos se hacen con los ojos cerrados.

Me he dado cuenta de que echar de menos es echar de más
pero al contrario,
y quien no me entienda es que nunca se ha perdido a sí mismo.
De que lo importante no es qué sino quién
ni cuánto sino cómo
ni para qué sino por qué
ni cuándo sino con quién.
De que reír y llorar se pueden hacer al mismo tiempo
porque se puede tener la cara triste y el corazón contento.

Me he dado cuenta de que la peor sensación del mundo
es no sentir ninguna
y creo que por eso quiero ser eterna, 
porque vivir brilla demasiado como para que se apague.

Me he dado cuenta de que hay personas que salvan vidas
y no tienen por qué tener profesión.
De que por mucho tiempo que pase,
las cosas importantes nunca cambian
-y las personas tampoco-.
De que yendo hacia Madrid puedo parar en Sevilla,
pero para qué voy a continuar el viaje si Sevilla me encanta.

Me he dado cuenta de que no todo en esta vida merece una sonrisa
y por esa razón, hay que regalársela.
De que el mentiroso, al final, siempre gana
porque acaba creyéndose sus mentiras.
De que elegir a quien amar es imposible,
pero elegir si soportar las miles de piedras que te lanza a la cabeza,
sí lo es.

Me he dado cuenta de que quien bien te quiera te hará llorar
tantas veces como hagan falta,
pero siempre te ofrecerá su hombro.
De que olvidar a alguien cuesta,
pero olvidarse a uno mismo aún más.

Me he dado cuenta de que la mayor parte de las lecciones
no las da la escuela.
De que aprender a perdonar es mucho más difícil que vengarse,
y por ello el mundo es una mierda.
De que hay veces que es necesario salir solo del pozo,
para no arrastrar a nadie más.

Me he dado cuenta de que hay personas que son casa,
por eso ya nunca pregunto dónde sino con quién.
De que el fin justifica los medios,
sobretodo cuando no se tienen medios para ningún fin.
De que es importante tener metas,
pero nunca pierdas más de lo que ganas en el camino.

Me he dado cuenta de que la distancia que más duele
no es física
y de que si se quiere,
el color, el sexo y la religión, no importan.
De que la familia es lo único que te llevarás al ataúd
y verles sonreír te llenará siempre el alma.

Me he dado cuenta de que el orgullo que cuenta
es el que luce después de superarse o ayudar a que otros lo hagan.
De que a veces estás arriba, pero la mayoría estás abajo,
y hay que aprender a reptar entre los escombros.

Me he dado cuenta de que no es fácil ser padre,
pero mucho menos ser hijo,
y de que el dolor es inevitable
pero el sufrimiento sí lo es.
De que no se puede juzgar a una persona
antes de una conversación y un par de cervezas.
De que a veces irte te sirve para comprobar quién te sigue
y, normalmente, eres tú el que no lo hace.

Hoy, me he dado cuenta de muchas cosas.

Definirlo es limitarlo,
por favor,
sigamos siendo infinitos.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Instantes de miel

Sus mejillas rojas eran el presagio de una noche cálida:
decían que tras mirar esos ojos amarillos habían olvidado cómo caminar.

Aquellas manos de algodón y ese sabor  cobarde que desprendía su perfume,
contrastaban con la mirada feroz de esa muñeca de carbón
que decía haberse enfrentado a la muerte
y haberla vencido sin mirarla,
guiñándole un ojo al espejo roto que decoraba su salón.

Nunca tuve miedo, lo reconozco, hasta que la vi,
con esos andares de escudo y esa coraza afilada
que no dañaría una mosca pero sí un corazón predispuesto.
Y eso me asustó.
Me asustó como decidir algo que no podré cambiar mañana,
o peor,
que decidan por mí algo que no pude cambiar ayer.

Tenía cara de haber sufrido leyendo antes de tiempo el final de todos sus libros.
Entonces supe que nunca querría abrirme, porque ya sabía cómo terminaba
-encima suya y su tristeza en la basura-.
Y ella amaba su burbuja,
amaba cómo esquivaba con un zigzag todas las agujas que le mostraba el camino
y cómo su escaso oxígeno alimentaba su mediocre valor,
aún más ocre cuando tropezó con aquella risa
y su burbuja rebotó de aurícula a ventrículo
en un tiempo de dos suspiros a contrarreloj.

Lo último que recuerdo es haberle sostenido la mirada:
una mirada llena de carencias,
que consiguió revelarme mil secretos
antes de que su sonrisa disparara a matar.

Y ahora bajo tierra,
le pregunto a los gusanos por tu ausencia
y me piden que no hable más de ti:
que el instante me está ahogando
y al final, voy a querer salir.

martes, 21 de julio de 2015

Diana.

Estoy tejiendo mi corazón de ceniza.
Los hilos metálicos se resbalan de las agujas oxidadas.

He olvidado el movimiento de tus caderas
y ya no sé qué ritmo llevan mis manos.

La silla de mimbre en la que me siento
me deja su marca en los muslos,
y duele
-quizás aprendió de ti-.

Si
go

te
jien
do.

Pongo trozos de un trapo sucio encima de las heridas
y clavo la aguja, atravesando el corazón de cuajo.

Ahora es de color blanco,
y no por infección,
sino porque siempre fue usado
como el blanco perfecto de los disparos.

miércoles, 8 de julio de 2015

Resistencia de paja.

He olvidado la utilidad de los aeropuertos.

He olvidado lo que significa pasar frío
-y que me abracen-.

He olvidado cuanto dura tarde,
porque ya ni siquiera llego.

He olvidado el olor fresco de las flores
y el sabor verde de la menta.

He olvidado brillar cuando se hace de noche
y ya no me dejan ser estrella.

He olvidado rezar con las manos juntas,
a la espera de que vengas a rellenar el hueco.

Ya no creo en nada que no sea yo misma,
y así me va,
que tengo que esconderme entre las rocas
cuando tengo una ausencia.

Y es que me tengo a mí.
pero no a mí
ni tampoco a mí.
Y me pierdo.
Y me olvido.

domingo, 5 de julio de 2015

Destruyendo mis trozos.

Pienso que abrazar a alguien
es algo así como arreglar
los siete años de mala suerte
que te regalaron al partir
el espejo del baño.

Vuelve a soldarte la espalda,
y ya no eres tan frágil,
eres la bala que se queda en la recámara
para los momentos (in)oportunos.

Y de pronto el silencio
se convierte en tú y yo
de espaldas,
sin nada más que decir
que mi juego de manos
sobre tu cintura.

Entonces me vuelvo otra vez frágil,
rota,
y veo caer mis pedazos
a través de ti.
Y te arañan.
Y te cortan.
Y te dañan.
Y sangras.

Y no nos queda más remedio
que volver a recurrir a la poesía.

martes, 2 de junio de 2015

Pasado por agua.

Cuando miro hacia atrás, veo millones de cartas sin mandar
junto a envoltorios de caramelos que nunca me comí,
y pieles donde el bello se ha consumido por culpa del hielo.
Veo tristeza y dolor, pero mucha más fuerza.
Veo gigantes cíclopes amenazados por la honda de David,
guisantes enanos con problemas de crecimiento irreparables
y conejos dementes que no recuerdan dónde colocaron el reloj.

Cuando miro hacia atrás, veo el viento barriendo el daño,
tornados de soplidos que empujan hacia un vacío negro
y te arañan la cara con todo lo que gira en su interior.
Veo manos que en lugar de acariciar dan puñetazos
y hacen que los lugares seguros ya no lo sean tanto.
Veo cicatrices que se han curado con veneno,
dejando una marca con forma de olvido, y convulsiones desenfrenadas.

Cuando miro hacia atrás, veo una luciérnaga en medio de una noche de tormenta,
que, asustada, corre a encerrarse en un árbol quemado por un rayo.
Veo un pájaro volando con mascarilla por una ciudad contaminada por el odio,
con destino a una jaula de cristales rotos.

Cuando miro hacia atrás, veo un pez que nada a contracorriente
y muere electrocutado.

lunes, 25 de mayo de 2015

Labios secos.

Tengo miedo de morder la manzana prohibida
a la que hay que dar la vuelta para llegar a tu puerta.
Tengo miedo de mirarte enajenado y olvidarte después,
cuando tus pasos me lleven al crematorio.
Tengo miedo de ser fuerte por ti, vencer a tus gigantes mancos
y destruir las naves descoloridas que pasean libres por mi mente gris.
Tengo miedo de vivir la pérdida de un amor ocre,
del juguete mohoso que se guarda en un cajón con llave
-con la llave dentro-,
e intenta abrir el alma cerrada con horquillas oxidadas.
Tengo miedo de verte sonreír y caerme al vacío,
y que llores mi ausencia desde el balcón de los poetas suicidas,
y que temas perderte y perderme luego.
Tengo miedo a que me llames vida y no sea capaz de ahogarme en tu mundo,
a que salga nadando por tus lágrimas, tranquilo, y no consiga mantenerme a flote.
Tengo miedo a que tus uñas recorran mi cuerpo con tanta ansia
que dejen una herida en la esquina izquierda de mi pecho
que ni siquiera tus besos sean capaces de desinfectar.
Tengo miedo de me cures y sea incapaz de volver a estar triste
y mis hojas se queden blancas, y mi inspiración se vacíe de ti.
Tengo miedo de ser ese parche en tu ojo morado
tras la paliza de tus vaivenes locos.
Tengo miedo de que me ames como un niño inocente al padre que lo abandonó,
como una nube de lluvia ácida que amarga mi piel bronceada
por esos días que pasé junto a tus vivas flores.
Tengo miedo de amarte y que tus olas me revuelquen por la arena mojada de tus piernas
y olvidarme de cómo se puede respirar fuera de tu inmenso mar.

Te tengo miedo y me tengo pánico.

Te tengo lejos y me tengo solo.

lunes, 18 de mayo de 2015

Esa de allí soy yo.

Soy el niño travieso que siempre tropieza con la misma esquina de la misma mesa,
el que se ensucia mil veces las manos jugando en el barro seco
y duerme intranquilo porque mañana no podrá comer pasta mustia.

Soy ese blanco roto que da color a los manteles sangrientos de las bodas.
ese azul ridículo del mar dulce que se esconde entre dos valles rojos.
Soy alcohol en la herida del corazón vendado por los ojos negros,
arte en las galerías subterráneas por donde pasan trenes de bajo coste.
Soy miel salada en un enjambre de abejas muertas
y discos de vinilo en el año tres mil dos.
Soy verano cuando es invierno en el resto del mundo
y siempre voy nublada cuando la lluvia me quema los pies.
Soy un mago ciego que tiene miedo de no oír bien sus manos
cuando alguna pitonisa le echa las cartas
-a la cara-,
y duda entre esquivar picas, tréboles, rombos o corazones magullados.

Soy una cala musical porque me falta ser,
y allí tomo el sol mientras el viento se lleva el dolor.
Soy la pintura de una puerta oxidada a contrarreloj,
la respuesta entrecortada de un enamorado que habla por teléfono con el olvido,
el olor, el sabor y el tacto en un anciano con dientes de leche y orgullo de león.
Soy el negro infinito que nos muestran los párpados cuando el mundo se apaga
y la luz azabache que persigue a la sombra de Dios.

Soy esa que halla el consuelo en la libertad de los pájaros mutilados
y camina sobre una línea torcida a dos palmos de la vida y a uno de la muerte.

domingo, 10 de mayo de 2015

Las curvas del diablo.

Su boca era un avispero de sueños por cumplir
que al caer estallaba en dulces mariposas rojas.
Sus ojos aspiraban el mundo descalzo
-sí, lo aspiraban barriendo su dolor-
y realizaban un disparo certero entre mis cejas negras.
Su sonrisa provocaba la caída al vacío 
de las piedras de mi desfiladero,
prometiendo noches de cuidados enfermos y caricias de miel.
Sus manos eran magia en un niño incrédulo,
labios de bocas que buscan besarse sin hacerlo,
mar en las tímidas noches de invierno y café.
Sus dedos sabían leerme en braille,
y eso que yo estoy hecha de líneas.
Su cuerpo, la expulsión directa del infierno,
y el castigo de aquel que sabe que la luna
nunca entrará por el balcón de las mascotas muertas
ni valdrá como vicio en una reunión de escritores mancos.

Verla era pensar con la mano izquierda en misa
y esperar a que, lamiendo mis dedos,
sus páginas me pasaran a mí.

viernes, 1 de mayo de 2015

Sombras de cartón.

El camino empedrado de colillas heladas
se halla ensangrentado y sediento.
Busco el trébol de ocho hojas
-todas podridas-
que dibuje un mar en mis ojos
y abra esta jaula de mimbre vacía.

Muertos con órganos de papel,
salud pobre de rico sin recursos,
Dolor superfluo en árboles de piedra,
Vivos desesperanzados con las canciones equivocadas.
Levanto las manos para que deje de llover,
y ahora truena.

El espejo roto de mi alma descosida
une los cristales desamueblados.
Las manzanas amarillas devoran el tiempo
que pasea libre clausulando la vida
y las nubes volátiles de humo negro
soplan cansadas melodías grises.

La vida es una bomba de oro macizo,
cuyo cronómetro siempre marcará cero.

martes, 14 de abril de 2015

Quince.

Dime de dónde te has escapado
porque no me encuentro.
¿Eras esa brisa que mecía,
torcida, la autopista de mi vida?
Siempre tan cálida y ausente,
siempre tan ida y revuelta
-menos mal que siempre volvías
con un adiós entre las manos-.

Dime de dónde eres
porque quiero buscarme.
¿Eras de ese cuento
el hada que atormentaba al villano?
Nunca de besos y caricias,
nunca de versos y poesía
-solo encuentro palabras
cuando escribo sobre tu boca-.

Dime de dónde procedes
porque quiero imaginarme.
¿Eras la que llegaba siempre tarde
cuando la vida le metía prisa?
Tan de ahora y siempre,
tan de nunca y ojalá
-ojalá tus manos esbozando
mi añoranza sobre el papel-.

Dime de dónde vienes
y te diré hacia dónde voy.

viernes, 3 de abril de 2015

Voy a soñarte.

Voy a soñarte
aunque ni siquiera existas.

Voy a beberte
bajo la copa de mi sostén.
Voy a escribirte
ante esta lluvia de cristal.
Voy a quererte
sin saber cuanto ni cuando.
Voy a pintarte
a sabiendas de que no existes
porque:

voy a soñarte,
aunque ni siquiera exista.

domingo, 22 de marzo de 2015

Querida alma.

Querida alma:

Pasan inerávidas las horas,
dicen los cucos que 
ya no salen más.
Se ha debido de romper el tiempo
desde que la suerte
no acompaña a tu brío.
No te ahogues en los gritos
que no logran salir de ti.
Escóndelos,
y vuelve a callar:
mantente siempre ausente.

Intentas oír los susurros
que te acompañan,
cubriendo de azúcar 
al limón de tu herida.

La rutilante escarcha
que se posa ahora
sobre tu espalda,
no pesa,
pero te devuelve al invierno
-es este frío el que congela
tus pies-.

Tus briznas han caído del cielo,
y ahora, deben estar volando,
mientras el viento las mece,
y los habitantes aprenden un poco de ti.

Ahora que llueve, te sientas a pensar
que no siempre el que apuñala
lleva la culpa,
que hay cosas que vienen
a muladar,
y que la muerte llega para todos.

Hoy que no estás
te llamo para que vuelvas,
en el intento desesperado
en el que te espero.

Ya no es el frío
el que apaga las velas,
eres tú.

Atentamente,
tu cuerpo vacío.


miércoles, 18 de marzo de 2015

Mujer luchadora, mujer fatal.

Mujer luchadora,
mujer fatal.

Defiendes todo lo que es tuyo,
y lo que es nuestro,
con la esperanza del que aún
ve que estamos a salvo.
Lloras la pérdida como nadie
porque siempre la sientes más tuya
que de cualquiera.
Vences todos los miedos que tienes,
ellos deben temerme a mi,
dices,
yo soy la que está viva.
Libras cada batalla con suerte
de tener varios heridos
y así saber como curarlos.
Tiemblas con el ritmo de un tango
temiendo que el compás
te transforme en soul.
Temes aquello que todavía no se ha dicho
como si supieses que la reconciliación
sería imposible.
Cantas por mí, por ti y por todos tus compañeros
llevándoles la sonrisa a la cara
incluso cuando estaban dentro del pozo.
Rezas por que cada día haya paz
en nuestra humilde morada,
que siempre pareció estar en guerra.
Luchas mejor que Rambo
y el agradecimiento que tengo por ello
equivaldría al peso de tus espadas.

Mujer luchadora,
mujer fatal,
cuídanos siempre.

sábado, 14 de marzo de 2015

Qué rápido pasa el tiempo desde que te tengo.

Hemos cambiado más
que el propio tiempo.
Nos hemos querido más
que a nosotros mismos
y hemos visto amanecer más
veces de las que el sol
ha salido.

Y eso, señores,
es la confianza.

Saber que si precipito
por un barranco,
tú me lanzarás la cuerda
que me impida caer.
Saber que si un día siento frío
tú me prestarás tu abrigo
o me darás cobijo en tu casa.
Saber que los dos besos de cortesía
nunca son corteses,
sino merecidos
y acompañados siempre
por un abrazo.
Saber que si un día yo soy viento
tú me calmas,
que si un día yo soy hielo
tú me derrites,
que si un día yo soy llama
tú me soplas.

Contigo he vivido cicatrices
y eternos inviernos.

Contigo he vivido
y con eso me sobra.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Aquella puerta.

Si vas a quererme,
que sea por ti.
Que después cuesta mucho creer
que todo empezó gracias a
un error
y que la lluvia solo moja
a quien huye de ella.

Que viniste a hacerme reír
yo que tan solo ansiaba
acariciarte el pelo.

Huyamos de nosotros
y corramos hacia el sur
que es donde siempre está
la cerveza.

Huyamos de nosotros
y volvamos a casa de nuestros padres
que estarán preocupados
por este desorden.

De pronto me dices que ser tú
es llamar puta a la nostalgia
y yo me confundo
y me quedo a esperar que te vayas.
De pronto te quedas,
y me descolocas
y me coloco
con tu perfume.
De pronto te marchas,
y yo me quedo
y nunca,
jamás,
vuelvo a salir
por aquella puerta.

lunes, 9 de marzo de 2015

Piratas.

Sonó un estallido.
Miradas alzaron el vuelo 
en busca de un rincón
donde salvarse del amor.

No tuvo compasión,
fue el más cruel de los
piratas
y se llevó el motín,
la brújula
y el timón.

Cañones bombardearon
sus cuerpos
haciendo destrozos
de alto coste
emocional.

Tripulantes abordaron
sus corazones
haciéndolos humanos
y, por lo tanto,
frágiles.

Sonó un estallido.
El capitán encontró 
los heridos
que lo miraban
hiriéndo
sus heridas.

El mar
-bravío-
buscaba los restos
de esas miradas
-perdidas-
sin suerte
-o con ella-.

¡Tierra a la vista!
-dijo uno de los marineros,
y los tripulantes regresaron,
y el capitán se perdió
y el mar
se calló.

Los amantes
se hicieron piratas
y su barco
se hundió.

martes, 24 de febrero de 2015

Mi ángel.

Creo en la suerte.
En la mala.
Sobre todo.

Siempre jugaba conmigo

y, aunque a veces no,
se que solía dejarse ganar.
Siempre buscaba en los rincones
para encontrar tiempo para mí.
Siempre su deporte favorito 
era el mío
-se que nunca te gustó-.
No era fan
de ponerme los mejores cubiertos
pero siempre me dejaba
el mejor plato.

Siempre me protegía

de mi misma
cuando no entraba en razón.
Siempre lo cuidé
y supe como traerlo
de vuelta a casa
sano y salvo
aunque a veces
no supiera cómo.

Siempre rezábamos

hasta altas horas de la noche
mediante confidencias amorosas
que nos quitaban el sueño.
Siempre estábamos 
haciendo volar nuestra imaginación
con castillos de arena
que terminaban enterrándonos.

Siempre has abrazado

todo lo que he temido
-y ahora no puedes abrazarte-.
Siempre has apoyado
todo lo que yo no he dicho
porque siempre has entendido
mi silencio.
Siempre nos enfadábamos
con vistas a la reconciliación,
era volver a nuestro cuarto
y saber que no había pasado nada.

Nunca te ha gustado compartir

-yo tampoco te compartiría,
amigo-,
a mi tampoco,
lo reconozco,
sin embargo,
todo lo mío era tuyo,
y todo lo tuyo era nuestro.

Nunca supiste patinar bien

pero sí encontrar el mejor sitio
donde hacerlo.
Nunca supe hacerte más feliz
de lo que tu me hiciste a mí,
y eso me entristece
pero también me reconforta.

Nunca dejarás de ser quien eres
siempre que yo te recuerde
como lo que siempre fuiste:
mi ángel.

Olvido.

Hay cosas que el tiempo no cura.

Una despedida sin razón,
una muerte sin despedida,
una lucha que llevó a la muerte.

El tiempo no es más 
que el olvido camuflado.
Se viste de reloj,
de retraso,
de adelanto,
de estación,
de año,
de febrero,
pero nunca da la cara
nunca se olvida a sí mismo,
siempre vence
-¿no son nunca y siempre
tiempo?-.

Hemos perdido la razón
al fiarnos del tiempo.
Queremos olvidar 
y eso es imposible.
Nos permiten olvidar
-o no-.
Somos marionetas
del tiempo,
y los hilos,
soplidos de olvido.

Hay muchas cosas
que el olvido no cura,
como olvidar que
estás olvidando
y olvidarte.

lunes, 16 de febrero de 2015

Memoria traicionera.

La memoria miente.
No lo digo yo,
lo dicen los recuerdos.

Recuerdo haber olvidado
que un día fui alguien mejor.

Recuerdo haber amado
con el mismo daño
con el que odié
haberme perdido
en ese desierto.

Recuerdo haberme equivocado
tantas veces como pasos daba
hacia de(trás)lante.

Recuerdo haber jugado
sabiendo que iba a perder
pero con la esperanza
de ser empate.

Recuerdo haber llorado
sin tener causa,
pero siéndolas todas a la vez.

Recuerdo haber reído
con la historia más triste.

Recuerdo haber temido
encontrar las respuestas
de las grandes preguntas
y perder el sentido de estar aquí.

Recuerdo haber soñado
que dormía
y encontrarme con tus ojos
que me miraban en un despertar consciente
y me pedían que no dijese nada,
que el secreto que guardaban
no tenía llave.

Recuerdo haber sido
pasado,
presente
y futuro
a la vez,
colapsando el espacio-tiempo
sin salir de casa.

Recuerdo haber sido amiga
de cientos de personas 
que hoy no están
y llevar en mí
trozos de cada uno de ellos,
y ser yo
un puzzle de sus almas.

Recuerdo haber sido hija,
hermana,
nieta,
sobrina,
prima,
e incluso madre a veces,
cuando no conseguía encontrarme.

Pero no recuerdo haber sido más
grande cada día,
no recuerdo haber amado más
conforme más te tenía,
no recuerdo haber reído más 
de lo que he llorado,
no recuerdo haber soñado más
despierta que dormida,
no recuerdo haber sido para otros
lo que ellos fueron para mí,
ni recuerdo haber sido yo
sin perderme en el futuro.

La memoria traicionera,
juega con marionetas
-nosotros-
y si te he visto
no me acuerdo.

Recuerda tus pasos bajo la lluvia
para no volverte a manchar de barro.

jueves, 5 de febrero de 2015

Las nubes.

Veo como el cielo
sostiene las nubes a lo lejos
y las mueve.
No importa donde ellas
quieran ir,
el viento las secuestra
y las mece.

Montones de pájaros
las atraviesan
haciendo una carrera
para ver quien es
el más valiente.

Aviones se creen superiores
mirándolas desde arriba
pero no saben que están vigilados
por nubes más altas
que cuando quieran
formarán tormenta.

Desde mi ventana
las hago libres
-más si cabe-
y les pongo forma.
Dinosaurios,
unicornios,
duendes,
magos,
amor
-como siempre, la fantasía 
trasciende lo real-.

Y de repente,
te veo,
en aquella nube que parece irse,
la única a la que no sabría darle forma.

jueves, 29 de enero de 2015

Echo de más.

Echo de más tu ausencia,
las tardes que no paseamos
por las calles
buscando un sitio
donde declararnos
amor.

Echo de más el frío,
parece que se ha posado
en mis raíces
y ahora solo quiere
calarme los huesos.
También tu silencio,
ese que solo me escucha
cuando no le contesto.

Echo de más la muerte 
de mariposas,
que se produce cuando no te veo
y el suicidio de las margaritas
que dudan de si
te quiero.

Me echo de más
-me sobra tiempo
conmigo-
y te echo de menos,
-me falta tiempo
contigo-.

lunes, 26 de enero de 2015

Tu sueño.

Duermes hacia el lado contrario
de la nostalgia
esperando que alguno de los sueños
te haga sonreír.

Duermes con un ojo entreabierto
para controlar 
si me escapo
-no sabes que uno es
de donde se sueña libre-.

Duermes con miedo
a soñar más de la cuenta
y despertar dormida
y encerrarte en la pesadilla
y huir hacia el abismo
que no te deja caer.

Duermes a mi lado
y tu miedo cesa,
y tu sonrisa crece,
y los monstruos vienen a verte
-por envidia-
de lo despeinada que estás
y lo segura,
protegida por mis brazos
y la pared.

Te despiertas,
me ves,
y me miras,
como quien no sabe
si aún sigue soñando
-ni quiere
saberlo-.

viernes, 23 de enero de 2015

Sabor a sal.

Tienes sabor a viernes,
sabor a helado,
sabor a libertad,
sabor a agosto,
sabor a tequila,
sabor a limón.

Tienes el sabor del azar,
del peligro
y del amor.
El sabor del odio,
del adiós,
del tú sabrás,
del nada.

Eres sabor,
ácido,
amargo,
dulce
y salado,
pero eres sabor
y eso te hace necesaria
en mi boca.

Así como el sabor
colorea el apetito,
tú haces de mis tardes
azúcar
y las echas en café.
Así como el café
me tinta los labios,
tú,
te sientes sal.
Como sal: escueces.
-Pero haces sabroso
mi plato-.

lunes, 19 de enero de 2015

La flor.

A veces hay que despedirse 
cuando algo acaba de comenzar.

El hombre es estúpido por naturaleza
y qué mayor estupidez
que dejar a medias.

El clima que siempre 
se ha puesto a favor
de las ganas,
hoy se nubla
y las nubes
-bajas-
no dejan ver
cómo florecen los campos
-es primavera,
aunque no se vea el sol-.

Empieza a llover,
cada vez más fuerte,
cada vez más claro,
 y yo,
cada vez más (i)lusa.

La tormenta arrasa
con todo lo que ve a su alrededor,
pero amigos,
hay una flor,
una única flor,
que se mantiene en pie
entre los destrozos.
Y es esa la razón,
por la que merece la pena
volver a llover.

jueves, 15 de enero de 2015

Peces llorando en enero.

Miramos al horizonte
y nadie nos ve,
quizás fue la prisa de ese enero
en tu piel
la que habló de llanto
cuando aún quedaban
libros que roer.

Quizás sobrepasamos esa línea
que unía el cielo y el mar
y olvidamos que fueron los pájaros
los culpables de todo esto,
porque quisieron rescatarnos
cuando ya habíamos naufragado.

El mar se ha vuelto cálido
y los peces están muriendo,
buscan un capitán que los pesque
y los haga cena de lujo,
pues será su oportunidad
de ser alguien
en este océano.

No nos rendimos,
recuérdalo,
nos hundimos,
que es la única forma que existe
de no mantenerse a flote.