lunes, 30 de noviembre de 2015

Revolución.

Mi revolución entra por la ventana
rompiendo todos los jarrones,
desatando los cordones
y haciendo arder las hogueras.

Mi revolución no juega con fuego
porque sabe que sería invencible.

Tiene nombre de rosa
y escala por las espinas hacia los pétalos
-cueste lo que cueste-.
Prefiere las escaleras al ascensor,
siempre que la bajada sea por una rampa
-ojalá sea la de un tobogán-.

Mi revolución sabe contar hasta sesenta bajo el agua
sin subir a la superficie en ningún momento para respirar.

Sabe de noches y de estrellas,
de derroche y agradecimiento.
Sabe batir las alas e irse lejos
y tachar los lugares donde no debe volver.

Mi revolución es una llama a todo gas
en una gasolinera del centro de Madrid.

Es una autopista en pleno puente de la Constitución,
una herida recién hecha tapada con una gasa,
que sangra,
y sangra,
y sigue sangrando,
y es tan hija de puta que cuando ya no tienes más gasas,
cicatriza.

Mi revolución tiene la valentía de un bandolero
y la astucia de un zorro.

Quiere quemar las iglesias consigo dentro
y ser demonio,
al que le duela la bondad.
Quiere ser una amenaza,
de las que te piden perdón
porque nunca te pedirán permiso.

Mi revolución sabe a horas delante de un cuaderno vacío
y un rotulador de color blanco.

Sabe a esquemas flexibles
y gomas rígidas.
A descuidados paliativos
y condones con alcohol.

Mi revolución ha pasado días en la cárcel
y ha vuelto hecha una canalla.

Ha dibujado flores en las lápidas
y ha salvado mariquitas de devastadores tsunamis.
Después ha colocado las mariquitas en las flores que ha pintado,
y les ha dado patadas hasta que la lápida ha llorado sangre.

Mi revolución es una pataleta de rabia y de ira
-el niño ha matado a sus padres
y ya nadie tiene derecho a darle órdenes-.

Es una foto que sólo se revela
cuando ya no queda nadie,
pero le encanta andar desnuda
cuando ella se está mirando.

Mi revolución no sabe que es una bomba
y tiene un detonador.

3...

No sabe qué debería poner en su testamento
porque nunca se ha imaginado muerta.

2...

No sabe como ser otra que no sea ella
si ser ella es ser otra pero al contrario.

1...

Mi revolución es mía.

¡PUM!




miércoles, 25 de noviembre de 2015

Vengo a por mí.

*Toc, toc*

-¿Quién es?

+Nadie.

-¿Qué haces aquí?

+Nada.

-Venga déjate de historias, vuelve a casa.

+¿Dónde está mi casa?

-No quiero que llames más a mi puerta.

+¿Qué es una puerta?

-¿Eres tonta o qué te pasa?

+Quiero encontrarme, ¿me ayudas?

-No quiero saber nada más de ti.

+Tú sabes más de mí que yo.

-Que te vayas.

+No.

-Por favor, vete.

+Me echas de menos.

-No.

+Yo tampoco me echaría de menos.

-Lo hago. Vete.

+Aún me quieres.

-Nunca lo hice.

+Vale, me voy.

-No te vayas.

+Paso de ti.

-No te vayas.

+¿Me quieres?

-No.

+Me voy.

-Vete.

+¿Puedo darte un beso?

-No, vete, me estás ensuciando el felpudo.

+Pues me sentaré en él hasta que me lo des.

-Venga, levántate de ahí, no seas idiota.

+Pues dámelo.

-No te soporto.

+Mi madre tampoco.

-Vale, entra en casa.

+No.

-Entonces, ¿para qué has venido?

+Para que me recuerdes quién soy.

-¿Quién eres?

+Soy mía.

sábado, 21 de noviembre de 2015

En busca de la cordura.

No somos menos hombres
por no matar a otros.
Ni menos valientes
por tener miedo a que nos peguen un tiro.

No somos mentira
como para fingir que la realidad de lo que ocurre
no nos duele.

No somos bombas,
ni somos armas,
ni somos balas,
ni somos gatillo,
ni somos cable rojo,
ni somos cable verde,
ni mucho menos,
somos blancos.

No somos religión
pero nunca debemos perder la fe.
Que la lucha siempre sea de uno consigo mismo
y no con el resto.

No somos extremo,
como para no entender
que existen multitud de opiniones entre los polos.

No somos nadie,
como para decidir quien es culpable
y quien no.
Tampoco somos suelo
(no vamos a soportar las pisadas
sin provocar un terremoto).

Somos revolución,
somos fuerza
y somos flores.

Somos sol,
somos amor
y somos unión.

Somos libres,
y nunca conseguirán limitar nuestro espacio.

Somos todo lo que ellos
nunca serán.

martes, 10 de noviembre de 2015

Todo lo que nunca seré capaz de decirte.

Ha entrado un rayo de sol por la ventana
y parece que se ha evaporado el invierno.

Me gustaría decirte que no,
tantas veces que perdiera su significado,
explotase
y se hiciese nunca.

Me gustaría poder hablarte a ti de otras,
y no al contrario.
Ser capaz de huir
aunque me pidas que no me vaya
-pero prefiero andar descalza
sobre lava-.

Me gustaría llamar a tu puerta
y decirte que me he ido.
Que me agarres la camisa,
y me empujes hacia dentro.
Nunca volver a dormir sola.

Me gustaría decirte que entre el pacto y el acto
solo hay una cerveza de distancia.
Que la fiesta de hoy
es la resaca de mañana
y que hay abrazos que resucitan
muertos.

Me gustaría quedarme,
si tú también te quedas.

Me gustaría romper los muebles de mi casa
a golpe de cadera,
recorrer tu cuerpo como si rompiese
un plástico de burbujas
y cada estallido fuese un beso
que haga latir tu ombligo.

Me gustaría llorar mi pérdida
cuando te encuentre.

Ojalá algún día te escriba una carta
de despedida
y te cuente todo lo que has sido
aunque nunca seas suficiente.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Envoltorios de acero.

Qué manía tiene la vida con ponerte el caramelo en la boca
sin quitarle el plástico.
Como si el caramelo pudiese desvestirse solo
o tú supieses hacerlo arder desde dentro.

Optas por tragarlo sin masticar
y te atragantas
y te pones morada
y la vida te grita que lo escupas
y, aún así, prefieres morir
asfixiada.

Tengo una baja autoestima
porque consigo todo lo que no quiero
-nadie te había pedido ningún caramelo,
vida-.

Estoy enfadada con el mundo
por no aceptar la soledad.
Por hacer las ofertas para dos,
los bancos para dos,
los bares para dos,
el cine para dos,
los parques para dos
y las ausencias para uno.

No veo a nadie preguntando a las margaritas
si se quiere o no.
Pero sí a los espejos
-será que ahí vuelven a ser dos-.

Quiero ir caminando por la calle dada de mi mano
y que nadie me mire mal.
Comprar un menú individual de palomitas y una entrada
sin que la taquillera se estremezca.
Pedir una hamburguesa en un McDonald's
y comérmelo en la mesa que más sillas tenga.

A partir de ahora,
solo permitiré que me hablen los protagonistas de mis libros.
Así podré imaginarme sola,
siendo uno de ellos,
librando mil batallas
contra mis fantasmas
-que vuelven a ser dos-.

Lo siento caramelo,
pero MIS manos van a sacarte de MI boca.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Evidentemente cierto.

Ella sabía que el dulce no tenía por qué ser un sabor.
Que el blanco era negro y el gris, una tonalidad del marrón.

Ella sabía fingir perfectamente los orgasmos.

Ella sabía que una mirada a tiempo podía significar "quédate".
Por eso siempre caminaba mirando el suelo.

Ella tenía miedo.

Ella no sabía reconocer la paja en el pajar.
Solo sabía de agujas,
de lo que duelen
y te hacen sangrar.

Ella sabía que la duda la hacía más sabia
y, a la vez, más indefensa.

Ella (se) correría por toda la habitación en busca de ruido:
el que hacían mis nudillos al apoyarme en la pared.

Ella no sabe de bailes,
ni de aventura,
ni de despedidas,
pero la he visto bailar sumida en la aventura de abandonarme.

Ella lo sabe. Sabe absolutamente todo.
Y lo niega.

Ella es viento,
y si la olvidas,
te atraganta.

Ella es la sonrisa que se te queda al mirarla.
La que se preocupa de que no vuelva a sucederte
-ella no sucede,
ella te ocurre-.

Ella.

Ella no sabe que esto es un adiós firmado ante notario.
O puede que sí lo sepa.
Y lo niegue.

(Siempre lo niega.)