lunes, 30 de noviembre de 2015
Revolución.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
Vengo a por mí.
-¿Quién es?
+Nadie.
-¿Qué haces aquí?
+Nada.
-Venga déjate de historias, vuelve a casa.
+¿Dónde está mi casa?
-No quiero que llames más a mi puerta.
+¿Qué es una puerta?
-¿Eres tonta o qué te pasa?
+Quiero encontrarme, ¿me ayudas?
-No quiero saber nada más de ti.
+Tú sabes más de mí que yo.
-Que te vayas.
+No.
-Por favor, vete.
+Me echas de menos.
-No.
+Yo tampoco me echaría de menos.
-Lo hago. Vete.
+Aún me quieres.
-Nunca lo hice.
+Vale, me voy.
-No te vayas.
+Paso de ti.
-No te vayas.
+¿Me quieres?
-No.
+Me voy.
-Vete.
+¿Puedo darte un beso?
-No, vete, me estás ensuciando el felpudo.
+Pues me sentaré en él hasta que me lo des.
-Venga, levántate de ahí, no seas idiota.
+Pues dámelo.
-No te soporto.
+Mi madre tampoco.
-Vale, entra en casa.
+No.
-Entonces, ¿para qué has venido?
+Para que me recuerdes quién soy.
-¿Quién eres?
+Soy mía.
sábado, 21 de noviembre de 2015
En busca de la cordura.
No somos menos hombres
por no matar a otros.
Ni menos valientes
por tener miedo a que nos peguen un tiro.
No somos mentira
como para fingir que la realidad de lo que ocurre
no nos duele.
No somos bombas,
ni somos armas,
ni somos balas,
ni somos gatillo,
ni somos cable rojo,
ni somos cable verde,
ni mucho menos,
somos blancos.
No somos religión
pero nunca debemos perder la fe.
Que la lucha siempre sea de uno consigo mismo
y no con el resto.
No somos extremo,
como para no entender
que existen multitud de opiniones entre los polos.
No somos nadie,
como para decidir quien es culpable
y quien no.
Tampoco somos suelo
(no vamos a soportar las pisadas
sin provocar un terremoto).
Somos revolución,
somos fuerza
y somos flores.
Somos sol,
somos amor
y somos unión.
Somos libres,
y nunca conseguirán limitar nuestro espacio.
Somos todo lo que ellos
nunca serán.
martes, 10 de noviembre de 2015
Todo lo que nunca seré capaz de decirte.
y parece que se ha evaporado el invierno.
Me gustaría decirte que no,
tantas veces que perdiera su significado,
explotase
y se hiciese nunca.
Me gustaría poder hablarte a ti de otras,
y no al contrario.
Ser capaz de huir
aunque me pidas que no me vaya
-pero prefiero andar descalza
sobre lava-.
Me gustaría llamar a tu puerta
y decirte que me he ido.
Que me agarres la camisa,
y me empujes hacia dentro.
Nunca volver a dormir sola.
Me gustaría decirte que entre el pacto y el acto
solo hay una cerveza de distancia.
Que la fiesta de hoy
es la resaca de mañana
y que hay abrazos que resucitan
muertos.
Me gustaría quedarme,
si tú también te quedas.
Me gustaría romper los muebles de mi casa
a golpe de cadera,
recorrer tu cuerpo como si rompiese
un plástico de burbujas
y cada estallido fuese un beso
que haga latir tu ombligo.
Me gustaría llorar mi pérdida
cuando te encuentre.
Ojalá algún día te escriba una carta
de despedida
y te cuente todo lo que has sido
aunque nunca seas suficiente.
sábado, 7 de noviembre de 2015
Envoltorios de acero.
sin quitarle el plástico.
Como si el caramelo pudiese desvestirse solo
o tú supieses hacerlo arder desde dentro.
Optas por tragarlo sin masticar
y te atragantas
y te pones morada
y la vida te grita que lo escupas
y, aún así, prefieres morir
asfixiada.
Tengo una baja autoestima
porque consigo todo lo que no quiero
-nadie te había pedido ningún caramelo,
vida-.
Estoy enfadada con el mundo
por no aceptar la soledad.
Por hacer las ofertas para dos,
los bancos para dos,
los bares para dos,
el cine para dos,
los parques para dos
y las ausencias para uno.
No veo a nadie preguntando a las margaritas
si se quiere o no.
Pero sí a los espejos
-será que ahí vuelven a ser dos-.
Quiero ir caminando por la calle dada de mi mano
y que nadie me mire mal.
Comprar un menú individual de palomitas y una entrada
sin que la taquillera se estremezca.
Pedir una hamburguesa en un McDonald's
y comérmelo en la mesa que más sillas tenga.
A partir de ahora,
solo permitiré que me hablen los protagonistas de mis libros.
Así podré imaginarme sola,
siendo uno de ellos,
librando mil batallas
contra mis fantasmas
-que vuelven a ser dos-.
Lo siento caramelo,
pero MIS manos van a sacarte de MI boca.
domingo, 1 de noviembre de 2015
Evidentemente cierto.
Que el blanco era negro y el gris, una tonalidad del marrón.
Ella sabía fingir perfectamente los orgasmos.
Ella sabía que una mirada a tiempo podía significar "quédate".
Por eso siempre caminaba mirando el suelo.
Ella tenía miedo.
Ella no sabía reconocer la paja en el pajar.
Solo sabía de agujas,
de lo que duelen
y te hacen sangrar.
Ella sabía que la duda la hacía más sabia
y, a la vez, más indefensa.
Ella (se) correría por toda la habitación en busca de ruido:
el que hacían mis nudillos al apoyarme en la pared.
Ella no sabe de bailes,
ni de aventura,
ni de despedidas,
pero la he visto bailar sumida en la aventura de abandonarme.
Ella lo sabe. Sabe absolutamente todo.
Y lo niega.
Ella es viento,
y si la olvidas,
te atraganta.
Ella es la sonrisa que se te queda al mirarla.
La que se preocupa de que no vuelva a sucederte
-ella no sucede,
ella te ocurre-.
Ella.
Ella no sabe que esto es un adiós firmado ante notario.
O puede que sí lo sepa.
Y lo niegue.
(Siempre lo niega.)