lunes, 16 de febrero de 2015

Memoria traicionera.

La memoria miente.
No lo digo yo,
lo dicen los recuerdos.

Recuerdo haber olvidado
que un día fui alguien mejor.

Recuerdo haber amado
con el mismo daño
con el que odié
haberme perdido
en ese desierto.

Recuerdo haberme equivocado
tantas veces como pasos daba
hacia de(trás)lante.

Recuerdo haber jugado
sabiendo que iba a perder
pero con la esperanza
de ser empate.

Recuerdo haber llorado
sin tener causa,
pero siéndolas todas a la vez.

Recuerdo haber reído
con la historia más triste.

Recuerdo haber temido
encontrar las respuestas
de las grandes preguntas
y perder el sentido de estar aquí.

Recuerdo haber soñado
que dormía
y encontrarme con tus ojos
que me miraban en un despertar consciente
y me pedían que no dijese nada,
que el secreto que guardaban
no tenía llave.

Recuerdo haber sido
pasado,
presente
y futuro
a la vez,
colapsando el espacio-tiempo
sin salir de casa.

Recuerdo haber sido amiga
de cientos de personas 
que hoy no están
y llevar en mí
trozos de cada uno de ellos,
y ser yo
un puzzle de sus almas.

Recuerdo haber sido hija,
hermana,
nieta,
sobrina,
prima,
e incluso madre a veces,
cuando no conseguía encontrarme.

Pero no recuerdo haber sido más
grande cada día,
no recuerdo haber amado más
conforme más te tenía,
no recuerdo haber reído más 
de lo que he llorado,
no recuerdo haber soñado más
despierta que dormida,
no recuerdo haber sido para otros
lo que ellos fueron para mí,
ni recuerdo haber sido yo
sin perderme en el futuro.

La memoria traicionera,
juega con marionetas
-nosotros-
y si te he visto
no me acuerdo.

Recuerda tus pasos bajo la lluvia
para no volverte a manchar de barro.

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