domingo, 5 de julio de 2015

Destruyendo mis trozos.

Pienso que abrazar a alguien
es algo así como arreglar
los siete años de mala suerte
que te regalaron al partir
el espejo del baño.

Vuelve a soldarte la espalda,
y ya no eres tan frágil,
eres la bala que se queda en la recámara
para los momentos (in)oportunos.

Y de pronto el silencio
se convierte en tú y yo
de espaldas,
sin nada más que decir
que mi juego de manos
sobre tu cintura.

Entonces me vuelvo otra vez frágil,
rota,
y veo caer mis pedazos
a través de ti.
Y te arañan.
Y te cortan.
Y te dañan.
Y sangras.

Y no nos queda más remedio
que volver a recurrir a la poesía.

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