He olvidado la utilidad de los aeropuertos.
He olvidado lo que significa pasar frío
-y que me abracen-.
He olvidado cuanto dura tarde,
porque ya ni siquiera llego.
He olvidado el olor fresco de las flores
y el sabor verde de la menta.
He olvidado brillar cuando se hace de noche
y ya no me dejan ser estrella.
He olvidado rezar con las manos juntas,
a la espera de que vengas a rellenar el hueco.
Ya no creo en nada que no sea yo misma,
y así me va,
que tengo que esconderme entre las rocas
cuando tengo una ausencia.
Y es que me tengo a mí.
pero no a mí
ni tampoco a mí.
Y me pierdo.
Y me olvido.
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