viernes, 26 de diciembre de 2014

Visto y no visto.

Las sábanas duermen tranquilas
donde antes yacía su cuerpo,
ahora solo hay polvo
-quemado-
que con un soplido
baila por la habitación
y se queda pegado
en los espejos
dando a la realidad
un color grisáceo
con olor a sal.

Los cuadros,
derretidos,
por el inmenso frío
de mi ausencia
buscan sobrevivir
junto a las flores
deshojadas,
heladas.

"¡Basta!¡Rieguen las plantas!".
Como si un simple grito
arreglase el caos
de esta habitación
sacada del mejor relato
de los Hermanos Grimm.

Duele el silencio,
duele haber estado
y ya no estar.

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