Cuando una persona está a punto de saltar
a un precipicio
sin saber
si caerá de pie,
de espaldas,
de frente,
o simplemente
quedará enganchada a una rama.
Cuando una persona está a punto de cruzar
una avenida,
sin saber
si los coches
frenarán,
acelerarán,
o chocarán entre sí.
Cuando una persona conoce
a otra,
sin saber
que será de ellos
mañana,
hoy,
o cualquier otro día
del resto de sus vidas.
Entonces, empieza el camino
al borde del mañana.
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