Se fue,
como se fuga la magia en un incrédulo,
como se marcha el frío un día de mayo,
como se va la risa en septiembre.
Se fue
y no dijo adiós,
le bastó cerrar la puerta
a mis espaldas
y ponerle el candado.
Tiró la llave
y aún sigo buscándola,
sin suerte,
el mar se la habrá tragado.
Nos quisimos,
o eso decía.
Era demasiado bonito
escucharlo de sus labios,
aunque mejor era
leerlo en sus ojos.
Pero el tiempo arrasó con todo el cariño
y nos dejó el alma demacrada,
experimentada en ayeres,
en frío y
en olvido.
Así lo dejó todo,
vacío,
lleno de cosas sin sentido
que hoy por hoy
son polvo
que vuela
hacia un silencio ensordecedor.
Fuimos,
pero no lo suficiente.
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