Ha entrado un rayo de sol por la ventana
y parece que se ha evaporado el invierno.
Me gustaría decirte que no,
tantas veces que perdiera su significado,
explotase
y se hiciese nunca.
Me gustaría poder hablarte a ti de otras,
y no al contrario.
Ser capaz de huir
aunque me pidas que no me vaya
-pero prefiero andar descalza
sobre lava-.
Me gustaría llamar a tu puerta
y decirte que me he ido.
Que me agarres la camisa,
y me empujes hacia dentro.
Nunca volver a dormir sola.
Me gustaría decirte que entre el pacto y el acto
solo hay una cerveza de distancia.
Que la fiesta de hoy
es la resaca de mañana
y que hay abrazos que resucitan
muertos.
Me gustaría quedarme,
si tú también te quedas.
Me gustaría romper los muebles de mi casa
a golpe de cadera,
recorrer tu cuerpo como si rompiese
un plástico de burbujas
y cada estallido fuese un beso
que haga latir tu ombligo.
Me gustaría llorar mi pérdida
cuando te encuentre.
Ojalá algún día te escriba una carta
de despedida
y te cuente todo lo que has sido
aunque nunca seas suficiente.
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