jueves, 15 de enero de 2015

Peces llorando en enero.

Miramos al horizonte
y nadie nos ve,
quizás fue la prisa de ese enero
en tu piel
la que habló de llanto
cuando aún quedaban
libros que roer.

Quizás sobrepasamos esa línea
que unía el cielo y el mar
y olvidamos que fueron los pájaros
los culpables de todo esto,
porque quisieron rescatarnos
cuando ya habíamos naufragado.

El mar se ha vuelto cálido
y los peces están muriendo,
buscan un capitán que los pesque
y los haga cena de lujo,
pues será su oportunidad
de ser alguien
en este océano.

No nos rendimos,
recuérdalo,
nos hundimos,
que es la única forma que existe
de no mantenerse a flote.

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