Duermes hacia el lado contrario
de la nostalgia
esperando que alguno de los sueños
te haga sonreír.
Duermes con un ojo entreabierto
para controlar
si me escapo
-no sabes que uno es
de donde se sueña libre-.
Duermes con miedo
a soñar más de la cuenta
y despertar dormida
y encerrarte en la pesadilla
y huir hacia el abismo
que no te deja caer.
Duermes a mi lado
y tu miedo cesa,
y tu sonrisa crece,
y los monstruos vienen a verte
-por envidia-
de lo despeinada que estás
y lo segura,
protegida por mis brazos
y la pared.
Te despiertas,
me ves,
y me miras,
como quien no sabe
si aún sigue soñando
-ni quiere
saberlo-.
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